Otra mañana se levanta, el frío envuelve todas las partes de
su cuerpo ,pero ella ,sale cada día a enfrentarse al mundo, a su mundo… no os
hablo de un mundo cualquiera, es un mundo oscuro, gris, un mundo alejado de
toda luz.
Esta niña, convertida
prematuramente en mujer, pasea por las calles de la soledad. Mira al frente y
avanza con la cabeza alta, es su cruzada en busca del hilo de divinidad que de
color a esos ojos apagados de tanto llorar. Después, de camino a casa, pasea lentamente
observando cada detalle del camino… en su cabeza pasan millones de pensamientos
que alteran su ritmo cardíaco y dilatan sus pupilas. Empieza a caminar más
lentamente soñando que el camino a casa nunca acaba, tarareando esa canción de
nana que su madre de niña le cantaba… Llega a la puerta de su casa, respira
lentamente, mete la llave en la cerradura y temblando entra en lo que ella
llama… hogar. Rápidamente entra en su habitación y cierra la puerta. Tras
varios minutos de silencio, comienza a oír pasos firmes y pesados por los
rincones de su casa, detrás de esa puerta que tantas veces a cerrado. Tras un
período de pasos alrededor de su puerta, alguien empieza a golpearla
repetidamente. Ella rápida, contesta con voz temblorosa “¿Si?”. Pero nadie contesta.
De repente vuelven a golpear más fuerte la puerta, tan fuerte que oye un grito
en su cabeza. Se agacha, cierra los ojos, y se tapa los oídos mientras con voz
débil, escupe una serie de sollozos de terror. Tras varios largos segundos de agonía
se escucha un calmado y taimado silencio. Lentamente se incorpora, se seca las
lágrimas de los ojos y las mejillas y avanza con paso tembloroso hacia la
puerta. Abre la puerta lentamente y de repente… nada, no había nada, esto la desconcierta, súbitamente
corre hacia la puerta de la calle, la abre y vuela escaleras abajo, tras de sí,
unos pasos acelerados ansiosos de ella… exhausta sale a la calle y mira hacia
atrás. Solamente ve oscuridad mientras la puerta se cierra lentamente. Todo le
da vueltas, no reconoce nada de lo que tiene a su alrededor… una farola
parpadeante llama su atención, el sonido de esa bombilla al encenderse y
apagarse. Ese sonido le recuerda al latir del corazón, o más claramente al
tic-tac de un viejo reloj de bolsillo. Un reloj… que cuenta cada segundo,
minuto, hora… un contador de la vida, una vida dentro de un reloj.
Tras mirar fijamente esa oxidada farola, vuelve a recobrar
el sentido en la realidad pero hay algo distinto. Todo está apagado, solo hay
ceniza en las aceras, sombras y oscuridad. Escucha unos pasos, pasos cual
zapatos de niño, y mira fijamente al final de la calle. Allí se encontraba una
silueta, pequeña como la de una marioneta, unos hilos sujetaban cada extremidad
de esa formación creada entre las sombras.
Entonces comenzó a caminar, torpe y bruscamente hacia ella
haciendo un ruido parecido al rechinar de las puertas oxidadas, Colette cerró
los ojos y se quedó quieta, inmóvil delante de ese ser… tras unos instantes
breves de respiración intensa, Colette, abre los ojos y delante de ella yacía aquella
marioneta, sin rostro ni faz tendida en el suelo. Los hilos que sujetaban su
vida mueren cortados al lado del cuerpo
inerte de la criatura que lentamente se va convirtiendo en cenizas que se
volatilizan junto al viento y se pierden en el camino del recuerdo.
Cabizbaja anda por la calle sin pararse a mirar a ningún
lado, con la mente en blanco en ninguna dirección, como un barco perdido en el
océano… camina y camina hasta que sus pies envueltos en sangre la obligan a
tropezar sobre sí misma y caer.
El fuerte golpe contra el suelo hace que pierda toda
orientación, se nuble su vista y miles de sombras invadan su mente y quede
inconsciente en ese mismo instante.
El sonido de su triste corazón empieza a apagarse, poco a
poco, al mismo tiempo su cuerpo es absorbido por la tierra y la naturaleza
uniéndose en cuerpo y alma con esta. En el lugar donde murió esta pobre chica
creció un árbol grandioso y bello, cuyas flores embellecían el paisaje. Regado
con las lágrimas de Sol y los rayos de Luna, algo contradictoriamente
milagroso.
Esta chica, llamada Colette, quedo libre de esta sociedad
uniéndose eternamente con la tierra y formando parte de ésta. Una naturaleza
que da vida y una naturaleza afectada por la misma bestia a la que dio vida una
vez… el hombre.